Vidas ejemplares

Se puede ser princesa sin tener palacio, regalar inspiración sin ser musa, crear recuerdo sin que te hayan conocido.

Una preciosa mujer ha estado siempre presente en mi vida, sin haber cruzado una sola palabra con ella; falleció mucho antes de que yo naciera, pero su retrato colgado en una pared de mi casa la convirtió en uno más, a mis ojos infantiles.

Alta y estilizada, de cabellera exuberante y mirada profunda; a su paso, la gente se giraba a contemplarla porque resultaba llamativa, aunque no por ello era engreída, sino todo lo contrario. Una persona amable, sonriente y buena, que causaba orgullo entre sus allegados.

Ella era mi tía Linita, así la llamaban.

Por desgracia el cariño que le profesaban quedó convertido en pena cuando murió a causa de un cáncer, con apenas veintiséis años.

Dejó tras su marcha, una vida llena de posibilidades perdidas, una familia y un novio destrozado, pero también un montón de bonitas historias sobre su forma de ser que la trascendieron.

Con lo que os cuento y os muestro, entenderéis que me parezca una princesa. Que resulte para mí una inspiración, como si de una musa se tratase. Y aún sin haberla conocido, que sienta como si me hubiera acompañado en el viaje de la vida, con su amable sonrisa, vigilante desde su hermoso retrato. Ella, de algún modo siguió con nosotros, como si fuera un ángel guardián, como los de tantos otros que se van demasiado pronto, dejándonos una estela de recuerdos.

Por eso cuando quise renovar la cabecera del blog y vi la foto de una preciosa chica con una mirada que me recordaba a la de mi tía, la escogí, porque en ambas parecen guardarse los secretos de una vida encantada.

Estoy convencida que la vida está encantada, porque al igual que una casa que conserva sus fantasmas e historias pasadas, la vida está repleta de ellas. Algunas hermosas, otras dramáticas, casi todas añoradas por alguien.

Pensar en perder a alguien es demasiado triste, pero ese tránsito existe al igual que el nacimiento. Una vez pasado el duelo hemos de coger el tesoro que nos dejaron los ausentes, sus enseñanzas, recuerdos, abrazos, sonrisas, sus historias y ejemplo, para que nos inspiren a ser mejores cada día.

Son esas vidas ejemplares que nos marcan un camino.

Pero no hace falta haber muerto para tener una vida ejemplar. Ni tampoco significa que todo sea perfecto. Se puede ser ejemplar en muchas facetas diferentes o sólo en una, pero está claro que va ligado a los valores que tenemos como personas. Lo que transmitimos.

La vida es una suma de detalles y gestos, que afectan a uno mismo y a quienes nos rodean. Nuestra forma de actuar en el día a día nos convierte en lo que somos y si nos preocupamos de cuidar nuestro rincón en el mundo, para que sea un lugar mejor, seguro que también podremos convertirnos en la inspiración de otros, para ser su ejemplo a seguir.

Y no pretende ser este un post triste o melancólico, sino todo lo contrario. Creo firmemente que somos más fuertes de lo que pensamos y que tenemos un lado sensible que si se potencia, nos hace incluso más valientes, porque a través de él, vivimos más conscientes de cuánto hay por agradecer, cuánto por vivir, cuánto por cambiar, cuánto por aprender o compartir.

Así que saquemos el jugo a la vida, porque al final, la suma de todo lo vivido, bueno y malo, nos dará un resultado. Confiemos en que sea ¡mereció la pena!.

Fotografías. Imagen 1 Pexels – Imagen 3 Michal Jarmoluk – Imagen 4 Enrique Meseguer – Imagen 5 Rondell Melling a través de Pixabay. / La imagen 2 foto de familia Elena Tur.

¡Hasta el próximo Post!

Elena Tur

9 comentarios en «Vidas ejemplares»

  1. Un homenaje más que merecido a nuestro Ángel, que conocimos atraves de los labios y del cariño que le profesaba papá, consiguió que la quisiéramos sin haberla conocido, hacerla partícipe de nuestras vidas y que fuera testigo con su sola presencia del retrato que nos acompañó siempre

    1. Por cierto, parece ser que algo falla en el WP porque algunos suscritos aparecéis como anónimo. Si queréis poner al final el nombre de pila, os identifico mejor. Gracias 😉

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