Comenzó en la adolescencia.
Un sueño que al cabo de unos días se convertía en realidad; un repentino sentimiento de intranquilidad por un familiar que luego se transformaba en un accidente… presentimientos de toda índole, que le sobrevenían en ocasiones estando despierta y otras dormida, pero que siempre la sorprendían por su tino. Ese era el secreto que guardaba, convencida de que nadie la creería o peor, que haría malpensar a la gente sobre su cordura.
Se negaba a ser considerada loca, bruja o vidente y como prevención eligió hablarse a sí misma de casualidades, la explicación más razonable para aquellas experiencias.

Pasado el tiempo se sentía victoriosa sobre sus peculiaridades, siendo la protagonista de una vida ordenada y racional. Se había esmerado en no dejar ni un resquicio a lo inexplicable y cuando escuchaba a alguien hablar de misterios, se reía en su cara, como si la burla fuera la fórmula para evitar que el pasado volviera a incordiarla.
Pero como no hay triunfos eternos ni mentiras que engañen a uno mismo para siempre, una serie de señales fueron el preludio de un nuevo presagio.
Primero fue el golpeteo contra el cristal de su ventana de un pájaro que después cayó muerto en la terraza. Días más tarde se sobresaltó al escuchar el golpe del retrato de su abuela, que se hizo añicos al caer al suelo. No corría aire, nadie había pasado por la habitación, así que no lo podía atribuir a la siempre recurrente casualidad. Y aquella mañana al peinarse se percató de una pequeña marca en el espejo que empezaba a crear fisuras en el mismo. No pudo evitar soltar un grito al ver como se convertían en grietas que lo cruzaban de lado a lado, distorsionando su rostro al mirarse en él.
«¿Qué está pasando?» se preguntó.



La respuesta la obtuvo esa misma noche en la que se permitió soñar y liberar su mente privilegiada para vislumbrar lo que estaban a punto de ocurrir.
Un virus haría enfermar a muchos en su ciudad y sería causa de sufrimiento y angustia. Los médicos lucharían contra esa desconocida enfermedad, la gente debería esconderse y alejarse los unos de los otros para evitar el contagio. Todo aquel drama hizo que se le encogiera el alma ante semejante pronóstico, pero la oscuridad dio paso a un tiempo soleado, en el que lucía la hierba más verde que nunca y un cielo azul sin nubes le alegraron el corazón.



- Fue entonces cuando una preciosa mariposa se posó en sus manos, como símbolo de buen augurio que le vaticinaba que aquello pasaría y todo volvería a su cauce normal.



Aquel sueño fue intenso, tan largo que en lugar de una noche parecían haber transcurrido semanas, en las que el miedo pretendió secuestrarla de la propia vida sin conseguirlo. La premonición permaneció con ella al despertar y se transformó en certeza cuando supo que habría un mañana, en el que todos aprenderíamos con humildad una nueva forma de vivir, de cuidarnos y de cuidar el planeta.
El sol volvería a brillar…



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Ficción o realidad? Muchas veces la vida supera con creces lo ficticio. Por eso seguro que un mañana no muy lejano celebraremos volver a nuestras rutinas… gracias por seguir aportando tu creatividad y que podamos disfrutar de su lectura
La realidad es terrible y elijo imaginar que vendrán mejores tiempos más pronto que tarde. La esperanza no ha de faltarnos…
Que tirando del hilo, anclemos rutinas, sueños… Y que los presagios se cumplan más pronto que tarde. GRACIAS
Ojalá!
Será que tendremos que vivir soñando o soñar viviendo? Llega a un punto muerto en el que no sabemos si vivimos ó soñamos. Ojalá todo sea un mal sueño, del que te despiertas sobresaltado, pero despiertas!
Creo que ahora la opción es vivir soñando. La fantasía al poder.