Seguro que sois conscientes que los ataques no siempre vienen de fuera.
Algunas acciones, palabras o silencios de los demás, pueden resultarnos dañinos, pero no son pocas las ocasiones que, ese que nos perjudica, no es un enemigo externo. Podemos observarlo al mirarnos en el espejo, o al escuchar nuestros pensamientos, porque es una negatividad que nace en nuestro interior.
Yo también le he dado protagonismo a mi enemigo, porque tras superar el Covid en diciembre, no he llegado a estar del todo bien. Estoy más cansada de lo normal, con poca resistencia y batería baja (una secuela bastante habitual, por lo visto), pero en lugar de aceptar este período de convalecencia, me he dedicado a lanzarme insidiosos mensajes del tipo «debo parecer una exagerada» o «¿y si no vuelvo a ser la de antes?».
Convertirnos en nuestro propio enemigo no significa que no podamos tener derecho a llorar, a una queja o a un mal día.

Cuando adoptamos inconscientemente este rol, es sumamente importante darnos cuenta de, en qué gran medida nos boicotea, para poder dar un giro a nuestra actitud. Cuanto antes eliminemos los pensamientos que tratan de hundirnos, mucho mejor.
Llamemos a nuestro yo «amigo».
Vale, sé que eso no significa que desaparezca ipso facto ese problema que nos incordia, pero es un primer paso para intentar salir del mal momento que atravesamos.



En mi caso, seguramente seguiré con esta fatiga extraña que me deja KO, pero he de contarme que puedo superarlo, porque lo normal es que así sea.
Mi yo más benévolo, el que me quiere bien, me contará que no pasa nada porque me mime un poco más.



Me susurrará que todo pasa en la vida, o casi, y que en cualquier caso, al menos hay que intentarlo.
Me dirá que mire las noticias justas y, en su lugar, busque la risa sanadora. Que me exija un poco menos porque sabe que lo hago en exceso. Me recordará que las ilusiones siguen ahí, por más que ahora no sean viables, y con ellas puedo crear un bonito horizonte en el que fijar la mirada cuando las fuerzas flaqueen.
No habrá lucha. El enemigo se irá porque su voz será cada vez más débil, al ser consciente de que el poder no era suyo, sino cedido por mí.



Os animo a enfrentaros a vuestro enemigo interno, ese que os cuenta todo lo malo que va a ocurrir o está ocurriendo, sin dejar un rayo de esperanza o hablaros de posibilidades infinitas.
Recordad, que tenemos derecho al cansancio sin sentir culpa por bajar el ritmo, sin tener miedo a no estar a la altura. Tenemos derecho a ir desaliñadas o soltar lágrimas liberadoras; pero ese derecho no ha de ser una forma de vivir, porque entonces sería una forma de morir en vida.
La vida es cambio, adaptación, aprendizaje, superación… todo ello está en nosotros como individuos.
Quitémosle el poder a nuestro enemigo interno.



A pesar de las dificultades a las que nos enfrentamos, animémonos con todo el amor que nos merecemos, para que las luces puedan apagar las sombras que nos atosigan.
Fotografías. Imagen 1 mujer de espalda Enrique Meseguer – Imagen 2 mujer columpio Susan Cipriano – Imagen 3 mujer atada Stefan Keller – Imagen 4 té con lectura Free Photos – Imagen 5 mujer campo de flores Willgard Krausa – Imagen 6 mujer frente acantilado Free Photos – a través de Pixabay.
¡Hasta el próximo Post!
Inspirador mensaje como siempre. Espero que te recuperes muy pronto.
Gracias ❤️
Un consejo genial!!. En algún momento ocurre que damos voz al pesimismo pero oigamos a nuestro mejor amigo que debemos ser siempre nosotras mismas⚘
Así es!
Cuánta razón tienes, querida amiga. Nuestro peor enemigo somos nosotras mismas,
Así es, toca sacar a flote a la amiga! ❤️
Ánimo.
Gracias!
A cuidarse mucho querida Elenita, ánimo
Gracias! Si eso haré. :)❤️
Mi enemigo ahora es mas grande que mi amigo. En este momento tus palabras me estan ayudando mucho.
Como me alegra poder ayudarte. Mucha fuerza y todo mi cariño. ❤️