No. No es el título de una peli de Almodóvar. Es mi porqué.
Creo que una parte del origen de este blog tiene que ver en cómo es ella y lo que me transmitió.
Mi madre tiene Alzheimer, enfermedad terrible que sume a la persona paulatinamente en una niebla, hasta llegar a perder casi su esencia, o sin casi.
Pero de momento a pesar de sus enormes limitaciones tenemos la suerte de que todavía nos pone nombre, eso sí, nos trata de usted, dudando del origen de nuestra relación, pero después de recordarle varias veces que ella es nuestra madre, parece volver a tenerlo claro y lo agradece con una sonrisa. De niña la vi pasar malos momentos, estoicamente, sin quejarse, fuerte como un roble como tantas madres de antaño, luchadoras y decididas. Y en esos tiempos complicados siempre nos repetía «mañana será mejor» o cuando no conseguíamos algo esperado, afirmaba «será que no conviene».

No, no era conformismo. Hablaba así porque ella nunca perdía la esperanza e incluso de lo malo, sacaba un aprendizaje y un motivo. La positividad personificada. Era nuestro oráculo familiar, a la que recurríamos cuando no sabíamos qué hacer y necesitábamos el mejor de los consejos. Pero hay algo más.
A su faceta sensata y optimista, se le sumaba un aspecto que iba más allá de lo racional.
Tenía un sexto sentido que le permitía sentir cosas inexplicables. Desde presentimientos que una y otra vez pudimos comprobar que se cumplían, a una fé profunda para creer e imaginar una vida más allá de ésta.



Con sus ejemplos me enseñó a ser responsable, luchadora y, pienso, buena consejera, pero también a creer que cuando todo parece fallar, hay otras cosas a las que agarrarse, que cada cual le ponga el nombre que quiera. Hablo del factor invisible e indemostrable, como expliqué en Intangibles.
Ella me hizo creer en la magia que empieza por una sonrisa y acaba en un sueño.
Si os fijáis lo cuento en pasado, porque desgraciadamente la enfermedad nos ha robado esas cosas, aunque sé que siguen allí, en su interior, guardadas bajo la llave del Alzheimer. No puede darnos consejos, sólo pedirnos ayuda. No puede contarnos una corazonada, aunque sí que nos muestra su corazón.
Es suficiente mirarla a los ojos, para contemplar un alma pura sin atisbo de maldad, porque a pesar de la dependencia con sus olvidos recurrentes, transmite a quién se le acerque, aunque no sea de la familia, todo el amor que rebosa su ser. Agradecimiento en estado puro.



Si hoy he pensado en hablar de esto ha sido porque me doy cuenta de lo importante que son nuestras raíces. En nuestro entorno familiar, con la influencia de nuestros padres y otros lazos, nos vamos formando hasta crear la persona que seremos. En cómo nos enfrentaremos al mundo.
Esa parte que no elegimos y nos viene dada puede ser buena o no, pero no lo es todo.
En mi infancia no fue todo color de rosa, ni mucho menos. Hay cosas que me encantaría poder cambiar, a pesar de crecer con unos buenos padres, en una familia unida. Pero no eran perfectos porque NADIE lo es. Sea cual sea vuestro origen y las circunstancias que vivisteis, no hay que desistir en buscar la superación, porque el ser humano es maleable, lo que supone que hay ocasión de mejorar.
Parte del yo que soy hoy, viene de esa infancia, pero no soy la misma. Mis vivencias, incluyo las más duras, me han ido transformando, y creo que soy algo mejor de lo que era. No es una cuestión de masoquismo, porque nadie quiere pasarlo mal, pero como dice el refrán, lo que no te mata te hace más fuerte, y con el paso del tiempo uno se percata de que lo es más de lo que imaginaba.
Lo de que «mientras hay vida hay esperanza», podemos comprobarlo con un personaje tan impactante como Viktor Frankl autor de «El hombre en busca del sentido», pero también en las personas sencillas de nuestro entorno,, como una mujer enferma del Alzheimer que ha animado siempre a sonreír a quienes la conocen.
No podías definirla mejor: «un ser de luz» .
Me siento agradecida a la vida por haberme dado a nuestra madre.
Lo sé.
…lo que nunca se podrá llevar esa “puñetera enfermedad “ es el amor y complicidad que hay entre vosotras,. Gracias por compartir ese homenaje a vuestra madre, es el homenaje a muchas madres. Un abrazo grande.
Gracias Salva. Sí, ella sembró la semilla y se merece este homenaje.
Qué gran honor ser hija de esta Sra. Doy fe de que os ha dotado de una infinita sensibilidad y respeto hacia los demás y siempre ver que todo ocurre por algo, que si ha sucedido es algo y si no ha sucedido, también es por algo…. el lado bueno de las cosas, por muy mal que se presenten. Un beso, mi querida familia Tur.
Muchas gracias y besos para ti.
Querida Elena, doy fe de que esta SEÑORA, en mayúsculas, os ha inculcado todos los valores buenos que os podía inculcar.
Además, creo, os ha dejado de herencia este sexto sentido al cual haces referencia. Si en verdad hay seres de luz, sin duda, tu querida madre es uno de ellos. Su filosofía; simplemente, no rendirse nunca, siempre sacar algo positivo de todas las situaciones a las que nos enfrentamos a lo largo de nuestra vida. Besos.
Gracias María. Si, ella es muy especial, y puede olvidar las cosas pero sigue siendo única.
Que palabras mas bonitas de una hija hacia su madre.
Habeis aprovechado los valores esenciales que os transmitieron y los habeis desarrollado con el resto de personas.
He tenido la gran suerte de conocerla, aunque ya con Alzheimer,
pero me sumo a los que saben que es persona de «luz», que transmite «bondad».
Que suerte la vuestra!!!
Gracias!! Si, no es sólo amor filial, todo el que la conoce se va con una sonrisa. Su «luz» se contagia…
Que preciosas palabras.
La has descrito muy bien. Y si que somos afortunadas de tenerla como madre.
Mi guapa Lali, tú además eres heredera de su sexto sentido.
Tu madre sembró, regó…y así saliste TÚ!!!
No lo dudes nunca…
MI madre apenas puede moverse, prácticamente ciega, escucha algo…pero huele…y por ese canal nos agradece con un «Thank you» y muchos besos, cada lavado que le hacemos, seguido de un masaje «perfumado»…
Es la mujer que mejor me conoce y que nunca me falló. Doy gracias cada día por haber tenido esta gran suerte, que sigo compartiendo con mi padre…Impagable…
Que bonito Marina. Grandes mujeres, sin duda son nuestra fuente de «sabiduría emocional». Un super abrazo