Cuando nos sentimos perdidos, buscar el reflejo de nuestros males en otros puede parecer un consuelo, pero es mucho mejor alentarnos con la luz de la salida del túnel, que alguien nos muestra.
Por eso hoy quiero ser faro.
En algún momento (quizá en muchos) me derrumbé, y con los pedazos caídos hechos de nostalgia, miedo, ansiedad o preocupación, no armé una coraza para protegerme sino un torre a la que subirme para así, desde lo alto, percatarme de mi propia fortaleza, de la que antes no era consciente y hoy siento como mi mejor baza. No me cambio por la Elena de veinte, mucho más sana, joven y guapa, porque la que soy ahora es más serena, más auténtica, más plena.

La Elena de hoy ha convertido las ausencias en presencias inseparables, las ilusiones en inspiración, los miedos en retos, la lucha en superación. Porque no se puede vivir eternamente de luto, ni negarnos la oportunidad de tener sueños realizables, ni tampoco permanecer bloqueados por si ocurre algo malo o abandonarnos a la desidia para no afrontar las circunstancias complicadas.
Me gustaría contaros que llevo once años de aprendizajes intensos, aunque creo que son muchos más, porque vivir el duelo de mi padre parecía insuperable y llegó el de mi hermano para hacerme ver que siempre puede llegar otra cosa peor. Y mientras mi madre seguía naufragando en su Alzheimer y nos llevaba a la deriva con exigentes horarios de cuidados interminables.
Pero elegí no quedarme en el lloro y en la queja para buscar mil y una maneras de crearme nuevas sonrisas, de buscar filosofías interesantes de gente más sabia, de apoyarme en buenas personas, de creer en mi propio poder de recuperación que no es mayor que el de nadie pero hay que querer usarlo…



Me encantaría pensar que puedo serviros de ejemplo pero, no por ser maestra de nada, sino porque si pude transformar ese dolor en fuente de fortaleza, es que merece la pena intentarlo.
Nunca os deis por perdid@s, no os dejéis por imposibles. Sea cual sea la edad o las circunstancias de vida, mientras respiramos hay posibilidad de mejora y cambio.
Me siento orgullosa de haber sabido ver que, aunque en mi historia haya muchas noches sin descanso y jornadas tristes, son solo una parte porque tampoco le falta la magia hecha de sueños, el amor auténtico de personas únicas, y la búsqueda incansable y apasionada por lo que la vida me ofrece -y que, por cierto, no valoraríamos tanto sino existieran las pérdidas-.
Me gustaría animaros a que cojáis un espejo simbólico para miraros con ojos amorosos y reconocer en su reflejo todos vuestros triunfos, las pequeñas victorias tras una mala racha, las carcajadas que llegaron tiempo después de vivir algún drama, las ganas de disfrutar que nunca se acaban…



Escuché hace poco que la palabra «namasté» viene a significar algo así como «la luz en ti refleja la luz en mí y la luz en mí refleja la luz en ti».
Ojalá mostraros mi propia lucha y superación os recuerde que, sin llegar a ser héroes ni heroínas, hemos de ser conscientes de que tenemos el poder de transformarnos cada día.



Fotografías. Imagen 1 entrega de una flor StockSnap – Imagen 2 mujer en el faro Rene Asmussen – Imagen 3 mujer en campo de lavandas Kat – Imagen 4 manos con flores Petra – Imagen 5 niñas Moshe Harosh a través de Pixabay.
¡Hasta el próximo Post!
Qué bonito. Enhorabuena por tu superación y por tu don de palabra.
Gracias! ❤️
Precioso! Que buen consejo!!gracias
❤️
Elena eres un precioso faro.Eres super generosa compartiendo tus vivencias para ayudar a otros.Muchas gracias.Te mando un abrazo❤️
Muchas gracias Rosa. Un abrazo!