Las mentiras (o medias verdades) que nos contamos

No son pocas las ocasiones en las que, sin ser conscientes de ello, nos convertimos en nuestros propios enemig@s.

Nos sentimos víctimas de las circunstancias que nos roban tiempo, energía, ilusiones… y no es que esas experiencias que vivimos, esas agendas apretadas y dificultades no existan, pero también ocurre que nos sirven de coartada para no dar un paso adelante hacia lo que queremos (o lo que afirmamos querer).

Nuestras razones, muchas veces excusas, ocultan el miedo, la pereza, la comodidad, el conformismo o cualquier otro motivo.

Hace unos meses que apenas escribo, ni para mí ni para nadie. Me he contado que mi vida demasiado atareada me anula las ganas y me seca la creatividad, y bien, puede que sea cierto, pero solo parcialmente.

Lo cierto es que, en apariencia, me resulta más necesario sentarme en el sofá cuando llega mi tiempo libre, o quedarme absorta en la terraza contemplando el horizonte. Y no es que ello sea malo porque es descanso y también necesario, pero con el transcurrir de los días y semanas, percibo que el no dedicarle tiempo a la creatividad que me inspira, la que siento que embellece la vida, me aletargo y, al final, no redunda en beneficio sino en perjuicio de mi estado de ánimo.

Eso es aplicable al ejercicio físico que el cuerpo reclama. Porque el cuerpo que tenemos con sus defectos y virtudes es nuestro hogar, y demasiadas veces es el gran olvidado. Nos preocupa mucho el tener limpio el suelo o los muebles relucientes, pero no que se anquilosen las articulaciones. Nuestra casa (nuestro cuerpo), merece nuestra dedicación diaria, con un paseo, estiramientos, fuerza, natación, o aquello que nos guste y sea capaz de activarnos dándonos mejor calidad de vida.

Hablo con gente que, como yo misma, va cayendo en su propio pozo de obligaciones, olvidándose de lo más importante: de ellos mismos.

Para mí está claro que, si no cuidas tu alma, dándole lo que la alegra; tu cuerpo, nutriéndolo y moviéndolo; tu mente, meditando y aprendiendo cosas nuevas… simplemente caes en el día de la marmota, repitiendo jornada tras jornada, de forma mecánica y sin propósito.

Pero debiéramos vivir la vida como el milagro que es.

Sintiéndola fluir sin resistencia pero sin abandono, agradeciendo cada nuevo día (como explicaba en mi anterior post, a finales de mayo). Y para darle el verdadero significado hemos de dejar de autoengañarnos, relegando el verdadero bienestar interior tras un velo de medias verdades que no solucionan nada.

Hay obligaciones ineludibles, como trabajar para vivir o cuidar de un familiar enfermo, pero hay compromisos que nos absorben y que cargamos a la espalda y que son del todo prescindibles.

Aprendamos a decir que no a aquello que nos lastra; también al enemigo interno que nos boicotea.

Hace unos días, hablé con alguien a quien admiro muchísimo (por la vida que se ha creado y lo que transmite), y cuando le explicaba mis circunstancias me hizo ver, muy sabiamente, que no seré más creativa e ingeniosa en un futuro porque disponga de más tiempo, por que lo que soy, ya ES.

Mi esencia tiene en sí misma la sensibilidad que aflora a través de unos versos o un pequeño relato, y no hace falta que ello sea público. Disfrutar de la creatividad es algo muy personal y no tiene porqué convertirse en presión, como si fuera una obligación más. Fundamentalmente es una razón para divertirme, alegrarme, volver a sentirme como la niña fantasiosa que fui, siempre soñando con otras vidas e historias infinitas.

Hemos de alimentar esas pasiones que guardamos, las que dan chispa a nuestra vida, y no porque tengamos que vivir de ellas, sino porque a través de ellas, vivimos más felices.

Los problemas siguen y seguirán porque son inherentes a la vida, pero, el cómo la vivimos marca la diferencia para que merezca la pena.

No nos engañemos contándonos que, quizá dentro de uno o seis meses, tal vez cuando esto cambie o lo otro termine, haré aquello que necesito, porque siempre habrá algo que nos limite u ocupe el tiempo. Acabarán unas cosas y llegarán otras, ¡eso es vivir!, por eso mismo no releguemos, aparquemos, olvidemos indefinidamente lo que nos enriquece y alimenta el alma.

Seamos lo que en verdad somos. Escuchemos a la niña/o interior que reclama nuestra atención.

Que la diversión tenga hueco en nuestras apretadas agendas y así, seguiremos haciendo lo que hacemos pero con una sonrisa en el rostro.

Fotografías. Imagen 1 mujer lago Shahariar Lenin – Imagen 2 ojo Rudy and Peter Skitterians – Imagen 3 manos tatuadas TheDigitalWay – Imagen 4 Hoàng Nguyên Ly – Video 5 Piyapong Saydaung –

¡Hasta el próximo Post!

Elena Tur

6 comentarios en «Las mentiras (o medias verdades) que nos contamos»

  1. Grandes verdades escritas de una manera bonita.Muchas gracias Elena.Totalmente de acuerdo contigo.Es fundamental hacer las cosas que nos gustan y nos sacan una sonrisa. Me encanta leerte.

Cuéntame tú...