Las capas que sobran

Por fin se reunían de nuevo. Había transcurrido bastante tiempo desde la última vez, pero el cariño que las unía mantenía el vínculo intacto como si hiciera tan solo unas horas que se acababan de ver. Esa era la verdadera amistad, ajena a distancias o silencios, repleta de recuerdos y apoyos incondicionales.

Aun así resultaba un grupo curioso por lo dispar: edades diferentes, estilos de vida opuestos, profesiones sin nexos en común, pero la vida se había encargado de inventarse experiencias que crearan entre ellas lazos indisolubles. Entre bromas y sorbos de café, se pusieron al día de lo vivido en aquellos años en los que las obligaciones las mantuvieron a distancia.

Tras las primeras risas que les granjearon los recuerdos, llegaron las confesiones sobre los problemas que las atosigaban, esos que, de alguna forma, a cada una de ellas le robaba la felicidad. Y estaba bien abrirse, sincerarse, pero lo mejor era que la visión de quien te quiere de verdad y observa desde fuera, puede enfocar las cosas desde otra perspectiva.

Porque nada es sencillo pero en realidad todo es más simple de lo que parece.

Los disgustos llegan, te marcan, aprendes y pasan. Todo pasa. Cada experiencia negativa deja su propia capa de gris y oxido, agarrotando los sueños, pero solo si se le deja. Cada fracaso fomenta que bajes los brazos, pero solo si te rindes. Cada pérdida te impulsa a no arriesgar pero solo si te obcecas en no ver que también hay ganancias.

Quedaba claro que la vida no era cosa de trucos pero podía estar repleta de magia.

Por eso, en la calidez de aquella reunión tan esperada, tras el desahogo se abrieron puertas y ventanas para que aflorasen sueños y esperanzas. Se hacían ver las unas a las otras, que mientras se vive existen oportunidades. Que en cada día por delante, hay algo que cambiar, algo que merece la pena hacer. Inventaban soluciones inesperadas porque miradas frescas pueden ver con más claridad.

Se cogieron las manos, como si fuera aquello una ceremonia de antiguas hechiceras recitando un sortilegio. Eran poderosas, porque la amistad lo es; con unas risas y puntos de vista renovados, no había que dar nada por perdido.

Con las tazas vacías y el alma llena, decididas a reencontrarse pronto y no olvidarse de lo afortunadas que eran, retornaron satisfechas a sus obligaciones que, podían ser muchas, tal vez aburridas, incluso asfixiantes, pero eso no era óbice para trabajar por la felicidad propia, tomando pequeñas decisiones y siendo conscientes de lo que sí estaba en sus manos.

Romperían con la dictadura del tiempo que habla de pasados irrecuperables o futuros inciertos, para hacerse amigas del reloj y bordar el destino propio con el hilo de oro del momento presente.

Esta historia de amistad es un buen ejemplo de cómo soltar las capas que nos sobran.

Si nos rodeamos de la gente que nos quiere, familia o amistades, personas que nos recargan e inspiran, aquellos que nos ven con buenos ojos, nos comprenden y alientan, podremos soltar carga con nuestros desahogos pero sobre todo, nos recargaremos e inspiraremos con su buena energía.

Hagámosle hueco a encuentros bonitos con gente bonita.

Y luego, inmersos en nuestra propia rutina, propiciemos sentimientos positivos en nuestros silencios. Seamos amables al hablarnos, animémonos a buscar soluciones ante los problemas, relativizando las sombras que nos acechan y que solo ejercen el poder que les otorgamos.

Liberemos el coraje que llevamos dentro, porque de hecho ya nos ha ayudado a superar mil golpes.

Cuando sueltas las capas que te sobran, y acallas las voces negativas que te hablan de creencias o etiquetas sobre ti que te has colgado equivocadamente, vuelves a tu yo más auténtico.

Estamos hech@s de ingredientes auténticos, propósitos reales, cualidades y defectos humanos pero con esencia divina. Así que enfoquémonos en lo que nos provoque brillo, por dentro y fuera, lo que enriquezca nuestra esencia y nos devuelva a un estado más sabio, sereno y feliz.

Sin las capas que nos sobran.

Imagen 1 grupo de mujeres e imagen 2 cafés, ambas de StockSnap – Imagen 3 juego de cartas Adina Voicu – Imagen 4 mujer bajo hojas que caen Charles Aldridg – Imagen 5 Mujer en una gota de agua Gene1970 -todo a través de Pixabay.

¡Hasta el próximo Post!

Elena Tur

6 comentarios en «Las capas que sobran»

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