El tren que siempre pasa

Hay un momento vital, siempre lo hay en cualquier vida, en el que puedes sentir que has perdido el tren, que la oportunidad que has dejado pasar, la decisión que no has tomado, o aquel sueño que se esfuma no van a volver. Y puede que así sea, quizá esa oportunidad en concreto no regrese, una mala elección haya frustrado tus planes o te hagas consciente de que no has trabajado suficiente por un objetivo que termina por diluirse con el paso del tiempo.

Son sensaciones humanas, mezcla de culpa o demasiada dureza con uno mismo, como si acaso no fuéramos todos personas que erramos.

Forma parte de lo que somos, estamos condicionados por mil cosas que nos ocurren, y a veces subimos a trenes que nos llevarán a circunstancias deseadas mientras que en otras ocasiones, nos apearemos del viaje, como si fuera demasiado agotador y prefiriésemos quedarnos en un mismo lugar para siempre.

Pero hemos de abrir los ojos a una realidad: mientras vivimos, respiramos, amanecemos a un nuevo día, seguimos en la estación por la que siguen pasando trenes y oportunidades. Seguramente no llevarán el mismo destino que perdimos (o sí, ¡quién sabe!) pero nos estarán esperando otros nuevos lugares vitales por los que transitar.

Puedes pensar que la idealizada juventud era el momento adecuado para todo, pero si conectas con sensaciones de aquel entonces, que aún residen en tu interior podrás volver a crear proyectos que te ilusionen, sean del tipo que sean. Quizá no has logrado realizar el viaje de tus sueños y lo que ocurre es que no has hecho ninguna acción real para conseguirlo. Tal vez una pareja te dejó y generó desconfianza, pero eso no significa que un día te des de bruces con la persona correcta. Puede que te sientas mayor y veas amenaza en lugar de fortuna en el paso del tiempo, pero lo inevitable de envejecer se puede ver de distintas formas, y desde la consciencia es más sencillo centrarse en el presente haciendo pequeños cambios para conseguir una vida más feliz.

De vez en cuando no está mal «apearse» y querer simplemente estar y ser. Vivir un día a día con calma, sin proyectos que fuercen a planificar. El descanso es necesario para el cuerpo y para el alma.

A mí, esa necesidad de descanso, me ha obligado a «soltar» durante un tiempo cosas que me encantan como escribir o dibujar, porque lo que me pedía el cuerpo era «no hacer» y al cuerpo hay que escucharlo.

Si te pide descanso, descansa. Si te pide paseos bajo el sol, pasea. Si te pide escuchar música porque te relaja, escúchala. Si te pide contemplación del horizonte, siéntate frente al mar. Si te pide risa, busca aquello que te haga reír. El cuerpo es muy sabio.

Eso no significa que haya que tirar la toalla. Hay que diferenciar. Yo no voy a dejar de escribir ni de pintar, porque estas aficiones alimentan lo que soy, pero conectar contigo mismo y tus necesidades es un tipo de sabiduría que nos puede salvar en los momentos complicados.

Escucharte y darte lo que necesitas, transforma el paisaje que te rodea.

Vuelves a percibir los colores de la vida en todo su esplendor, el azul del cielo o el mar, el blanco de las nubes, el verde la hierba…

Se agudizan las sensaciones de agradecimiento por esas cosas básicas que podemos hacer, como saborear una buena comida, oler un aroma que nos encanta, reír con ganas escuchando algo divertido, dar un abrazo a quien quieres…

Se despierta la inspiración dormida para crear momentos que dan sentido a lo cotidiano, porque cualquier tarea, hasta las placenteras, requieren energía para llevarlas a cabo, y tras un buen descanso puedes volver a escribir, a mejorar tu jardín, a redecorar tu salón o preparar una deliciosa cena familiar.

Da igual los años que tengamos porque mientras tenemos la suerte de vivir estamos en la estación por la que pasan los trenes de las ilusiones.

Recuperar las ganas de hacer cosas, de mejorar, de proyectar, no va tanto de la edad que se tenga sino de la situación vital en la que se está. Cuando toca una mala racha por el motivo que sea, hay que cuidarse con todo el mimo y el cariño que normalmente le damos a los demás, y que también nosotros necesitamos. ¡Hay que dejarse cuidar! Yo lo estoy haciendo y eso me está ayudando mucho.

Y ese dejarme cuidar me permite hoy retomar este viaje en el blog y sentirme feliz y agradecida por lo que tengo.

Vislumbro un viaje bonito por delante, porque he elegido subirme a nuevo tren que me llevará a un lugar en calma, lleno de colores y bonitas experiencias, de arte, de buenas amigas, de familia que es amor y soporte, en suma, de mucha belleza.

Porque no olvidemos que la vida es un todo. Y hay lágrimas por lo que se pierde, por lo que duele, por cosas que no pueden cambiarse, pero también hay belleza y emociones positivas a las que acogerse cuando las cosas se complican. En este viaje estamos todos.

Seamos capaces de hacer de la vida el destino que vale la pena.

Fotografías: Imagen 1 de 12138562 – Imagen 2 Khusen Rustamov – Imagen 3 Foundry Co – Imagen 4 de 3935302 – Imagen 5 Thepixelman – Imagen 6 Peter H – todo a través de Pixabay.

¡Hasta el próximo Post!

Elena Tur

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