La dama del espejo

Cambió de casa porque quería cambiar de vida.

Pretendía dejar atrás un amor roto debido al cual había germinado la inseguridad en ella.

¿O acaso no debía reconocer que habían sido varios, los que la habían dañado? Y por si fuera poco, venía de una familia en exceso desapegada, que no la había alentado a sentirse realmente valorada, y puede que por ello, se sintiera como un pájaro solitario que, aunque autosuficiente, sentía un vacío que nunca llegaba a llenar, reflejado en su mirada propensa a observar las carencias.

Así que acaparó sus enseres más queridos (los que no contenían recuerdos tóxicos), y al resto los dejó atrás, en el mismo lugar en el que quedaba la parte de su pasado que quería borrar.

Su nueva casa era sencilla pero tenía detalles hechos para amarla: grandes ventanales con vistas a la montaña y una gran chimenea que no solo daría calor a su hogar, sino la calidez que andaba buscando. Nada que ver con su anterior piso, que estaba en la parte más urbanizada del pueblo, en pleno centro, con el ajetreo de una ciudad en miniatura.

La casita elegida, al estar en las afueras, había resultado económica a pesar de tener más metros. Sí bien debía reconocer que estaba algo deteriorada y requeriría bastantes arreglos, confiaba en irla transformando poco a poco. Empezaría con una buena mano de pintura, y seguro que al verla amueblada recuperaría parte de la belleza perdida.

Sin duda, ese nuevo comienzo estaba lleno de promesas sin hilvanar, pero tenía la aguja preparada para coserlas con ilusión y decisión.

En un par de semanas se sentía bastante satisfecha con el resultado, más adecuado al futuro que esperaba crearse.

Pero como no hay cambios fáciles ni rupturas indoloras, una noche de esas en las que los ánimos desertan de la valentía y corren a esconderse tras las lágrimas, se durmió con la angustia de viejas añoranzas. Seguramente por eso, se vio inmersa en un sueño que la enfrentaba a su sufrimiento. En él, se miraba al espejo y no era su reflejo el que veía, sino el de una mujer que sonriendo amigablemente, inició un diálogo con ella.

– Lo que te duele no está aquí solo con la intención de romperte, aunque lo parezca, sino para enseñarte. Detrás de cada herida se crean las raíces de una nueva lección. Si eres capaz de descifrarlo en tu alma, su significado florece convirtiéndose en aprendizaje.

Le habló de muchas cosas más; como que con sus parejas mantenía el rol que se había forjado desde niña, pendiente de gente que no la había valorado como debía, haciéndola esperar migajas de cariño de quien no sabía darlo. Pero lo fundamental era que debía empezar por el principio, olvidando los agravios sufridos y aprendiendo a quererse a sí misma, tal y como merecía.

La curación empieza siempre en el interior, afirmó.

Por la mañana, al contemplarse en el espejo observó su rictus de amargura. Todo aquello le hacía sentirse enfadada. ¡Quién quiere sufrir! ¡Ella no buscaba que le rompieran el corazón! ¿Cómo iba a encontrarle sentido a tener una vida solitaria por culpa de los demás?

A la noche siguiente, al dormirse se enfrentó a un segundo capítulo con la continuación del mismo sueño. De nuevo, el reflejo del espejo le mostraba a esa dama misteriosa, tan parecida a ella misma y tan distinta al mismo tiempo.

– Resistirse a lo vivido solo retrasa tu recuperación. ¿Vas a mirar de cara al dolor para dejar de vivir huyendo? Acepta el pasado que no puedes borrar, trabaja en el presente que tienes, e intenta transformar el futuro para que sea tal como mereces. Si te centras en sanar las heridas, si amas quien eres, conocerás tu verdadera valía.

Despertó con una claridad que la sobrecogió. Era absurdo molestarse con una representación de sí misma, creada por su subconsciente para llamarle la atención sobre sus emociones dañadas. Esa mujer era ella misma abriéndose los ojos para cambiar su perspectiva de vida.

No podía controlar lo de fuera, los actos de los demás, pero sí los suyos.

Comprendiendo, se rodeó con sus brazos, agradecida por haber sido tan sabia como para enfrentarse a un espejo que mostraba todo aquello que de verdad importa.

Había entendido que la vida lo contenía todo, lo bueno y lo malo, pero también multitud de caminos para cambiar de rumbo en cualquier momento.

Fotografías – Imagen 1 Mujer en el espejo PrinzessKathrin – Imagen 2 ventana Kurt Deiner – Imagen 3 mujer en la puerta Grégory Roose – Imagen 4 salón Pexels – Imagen 5 mujer frente al espejo Mostafahakeem256 – Imagen 6 mujer con flores saliendo cabeza Kondwani Munkodia – Imagen 7 camino Flores David Mark – Todo a través de Pixabay.

Recordad que está disponible mi libro de relatos Con Vistas al otro lado. ❤️

¡Hasta el próximo Post!

Elena Tur

12 comentarios en «La dama del espejo»

  1. Un relato muy bonito, pero también muy esclarecedor. No nos escuchamos…..y el espejo y su reflejo la hacia viajar a su verdadero yo, a la verdad, a lo que no quería ver….Me ha hecho pensar, que yo estoy en ese momento y necesito ver mi imagen reflejada en el espejo y plantar cara al Dolor que llevo a cuestas desde hace tiempo!!! Gracias.

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